CORNERSTONE

Ayer estuve en un local de moda de por aquí, Mount Emily. No era nada del otro mundo, pero el sitio estaba bastante bien, era acogedor. Al aire libe. Está al lado de nuestro hostel (hogar, dulce hogar), y hasta ayer pensaba que era una especie de hotel, rollo Alfonso XIII, por la entrada consistente en un gran jardín vallado (es con elle verdad?), con sus florecillas y sus arbustillos, pero cuando volvíamos de dar una vuelta por Chinatown y ver los preparativos de Año nuevo Lunar , vimos a un montón de gente en el jardín, con mesas altas y un Dj pinchando bazofia (por lo visto la falta de criterio musical es universal, no es patrimonio de los bares de Sevilla). Así qué nos decidimos a entrar y tomar algo. Entre los presentes mucho enchaquetado viejoven, mucho americano, fans acérrimos de Tokio Hotel, y mucho wannabe en general.

El momento trágico de la noche llegó cuando me trajeron la cuenta de la Heineken que me pedí. No apto para corazones (y bolsillos) sensibles; al cambio… 9 EUROS!!!! Te cagas. La mayor clavada que me han metido desde que me cobraron casi 30 euros en la Plaza Mayor de Madrid por dos cañas (allí como lo que beben no es cerveza, es mierda, le llaman cañas en lugar de cerveza o birra) y un puto plato de calamares. Posteriormente me entere del motivo de tan abusivo, y desproporcionado respecto a lo barata que es la comida, precio del alcohol aquí, y es que pagan unos impuestos muy muy altos, lo mismo que el tabaco.

Asi que me tome la birra, después por lo menos me dieron otra porque era la hora feliz o algo asi, no me llegue a enterar muy bien con el chininglis de esta gente, y volvimos a casa. Ya está. Ya vendrán noches mas animadas. Ayer fue toma de contacto.

Los aburridos como yo, en los bares, si no se puede hablar por la música, nos dedicamos a mirar a la gente (púdicamente casi siempre), tan solo por curiosidad. A analizar la cara, los gestos, es fácil descubrir cómo se miente con el lenguaje corporal, com se aparenta ser algo solo con una levantada de cejas a tiempo, una sonrisita por aquí, que si te toco la manita por allá… Y lo peor no es eso. Lo peor es cuando te dedicas a buscar a alguien, casi siempre a alguien que no quieres encontrarte, pero no paras de mirar por si está ahí, aunque sabes que es imposible, o casi. Porque somos tan estúpidos que a veces, al final, encontramos esa cara, o la buscamos en la cara de los demás (o las demás). La verdad que no sé si me estoy explicando bien, creo que no, asi que para describir esa sensación de buscar lo que no quieres encontrar os traigo esta canción, del ultimo disco de los Arctic Monkeys, Hambug, que trata sobre como a cada bar al que vamos, a cada chica que conocemos, queremos que sea siempre otra, alguna que hemos perdido, o que ni siquiera hemos tenido la oportunidad de que nos abandone pero daríamos lo que fuera por que nos pegara una patada en el culo para decir; tío, al final, me ha dejado (pero no lo sabías ya desde el principio, criaturita?).

Y es que al final queremos lo que no tenemos, o por lo menos algo que te recuerde a el/ella (“can I call you her name?”), y como buenos masoquistas que somos nos encanta regocijarnos en nuestra desdicha, como en la parte de la cancion que cuenta que de vuelta a casa en el taxi, deja que el taxista tome el camino mas largo, mientras el recuerda su olor en el cinturon de seguridad y se guarda los atajos para él... esclarecedor.

Con ella os dejo, como siempre solo os pido una sola escucha con letra ( y con traducción esta vez, que a mi me ayudo bastante a comprenderla, porque hasta que descubrí que BattleShip, cornerstone y los demás eran nombres de bares no pillaba mucho). A ver si os dice algo…



aqui os dejo la letra y la traduccion que la disfruteis como yo la disfruto en las largas horas de autobus que me pego aqui.